Cumpliendo sueños
Recuerdo que todo empezó como cualquier otro día: escuchando a las abuelas de la comunidad de Porvenir contar sus historias de vida, de la siembra y del conuco. En mi corazón siempre tuve el anhelo de que algún día nuestra biblioteca fuera reconocida, pero también sabía que ese sueño requería mucho esfuerzo, compromiso y amor por lo que hacemos.
Un día vi nuevamente la convocatoria y pensé: «nada perdemos con intentarlo». Teníamos las evidencias, los registros, los proyectos caminando, y, sobre todo, teníamos el apoyo de nuestra gente.
El proceso no fue fácil, desde correr contra el tiempo para conseguir la firma del alcalde hasta la larga espera de los resultados. Cuando apareció nuestro nombre entre los finalistas, sentí que ya habíamos ganado: nuestra biblioteca, tan joven y en un rincón del país poco visible, estaba siendo reconocida por su labor en el territorio.
Llegó el día de la premiación en Bogotá. No podía dormir, las manos me temblaban, el corazón me latía con fuerza. Y cuando escuché el nombre de nuestra biblioteca, las lágrimas simplemente brotaron. Nos abrazamos con la gestora social, Yuliana Fernández, madrina de nuestros programas bibliotecarios, lloramos de alegría y comprendimos que ese momento era histórico.
Más allá del reconocimiento material, el verdadero premio fue que todo el país conociera lo que hacemos: abrir las puertas a todos sin distinción, acompañar a los más vulnerables, ser refugio, compañía y esperanza para nuestra comunidad.
Para mí, ganar el Premio significó cumplir un sueño y confirmar que el trabajo silencioso que hacemos desde la Biblioteca Pública Municipal Princesa Inírida sí transforma vidas. Fue una mezcla de orgullo, gratitud y emoción profunda.
Escuchar nuestro nombre como ganadores me hizo comprender que no solo estábamos recibiendo un premio, sino que estábamos logrando visibilizar a nuestra comunidad, a sus historias, a sus niños y abuelas. Fue la certeza de que desde un rincón de Colombia también podemos inspirar, construir paz y abrir caminos a través de la lectura y la cultura.
Ese momento me marcó para siempre y nos dio la fuerza para seguir trabajando con más amor y compromiso por nuestra gente. Desde ese día supimos que teníamos que seguir adelante con más fuerza, porque la biblioteca no es solo un lugar de libros: es un hogar de sueños, un espacio de paz y un puente para transformar vidas.